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Mamá y papá escolarizando en casa, en pandemia y con todo en contra

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 Rosa María Torres


Foto Ecuador, Diario Expreso

Nunca han sido las familias pobres tan exigidas y perjudicadas en términos educativos y a escala masiva, mundial, como durante la pandemia y el confinamiento del COVID-19 en 2020-2021. Perjudicados no solo los alumnos sino los padres y madres de familia. La pandemia contribuyó a amplificar las ventajas educativas de los sectores sociales favorecidos y a amplificar las desventajas educativas de los sectores sociales más desfavorecidos.

La educación escolar a distancia no funcionó según lo imaginado, no solo por falta de internet y de dispositivos digitales en los hogares pobres y en los lugares apartados, que es lo que usualmente se destaca, sino porque faltaron muchas otras condiciones que habrían sido indispensables para plasmar dicho modelo a distancia de manera inclusiva, equitativa y con calidad. Veamos. 

Conectividad

La pandemia encontró al mundo con una gran brecha digital (en 2020 la mitad de la población mundial no tenía acceso a Internet) que se fue revelando y asumiendo a lo largo del propio confinamiento.

Dramática desigualdad entre países del Norte y del Sur, entre zonas urbanas y rurales, entre ricos y pobres, entre conectados y desconectados, entre educación privada y educación pública en cuanto a equipamiento tecnológico y competencias digitales. Ante la falta de conectividad, se buscó llegar a los pobres con televisión, radio e impresos.

Foto Perú, AP
En América Latina muchas familias pobres se endeudaron para comprar planes de Internet (de mala calidad, inestable, lento) y celulares. Niños y adolescentes debieron estudiar pegados a la minipantalla de un celular y terminaron recibiendo no clases a distancia sinoinstrucciones y deberes a través de whatsapp.

Para captar la señal de internet, muchos niños y jóvenes tuvieron que trepar cerros, árboles, tejados, antenas.

Espacio

Foto México, The Economist
Las recomendaciones sobre cómo organizar un rincón de estudio en el hogar no fueron empáticas con los pobres. La casa de los pobres consiste muchas veces de una sola habitación multifuncional, llena a más no poder, sin espacio sobrante. Techo y paredes tienen rendijas por donde filtran el frío y el agua. No se conoce lo que es la privacidad.

Durante el confinamiento los escolares de la casa debieron acomodarse donde pudieron, estudiar y hacer deberes junto al fogón, en el piso, sobre la cama, en mesas improvisadas, en la hamaca, en el zaguán. Los televisores, generalmente pequeños, se ubicaron a gran altura; la radio muchas veces fuera de la casa.
Hubo adolescentes y jóvenes que se organizaron rincones de aprendizaje en árboles y veredas, ganándole espacio a la calle.

Tiempo

El pedido de "quédate en casa" funcionó para quienes podían hacerlo. Los pobres no pueden quedarse en casa porque tienen que salir a ganarse la vida. Para ellos no existe la posibilidad del teletrabajo.

Muchas madres debieron dejar de trabajar para acompañar en sus rutinas y deberes a sus hijos escolares. Madres que salieron trabajar debieron encerrar a sus hijos y confiar en que podrían arreglárselas solos con las tareas escolares.

Libros y otros materiales de lectura

Foto Ecuador, Expreso
En las casas de los pobres a menudo no hay libros ni material de lectura, especialmente para niños, adolescentes y jóvenes.

Desde hace mucho sabemos que tener libros y, en general, materiales de lectura en el hogar tiene un impacto positivo y decisivo sobre la curiosidad y el desarrollo de la lectura entre niños y niñas desde la primera infancia.

Durante el confinamiento hubo muchos maestros y maestras que fueron a las comunidades más pobres y apartadas y llegaron una por una a las casas de sus alumnos a dejar materiales, textos escolaares, guías de aprendizaje, movilizándose a pie, en bicicleta, moto, o caballo.

Educación y capacitación

Padres y madres de familia se estrenaron de un día para otro como mediadores de la escuela y ayudantes a distancia de los profesores, un papel que la mayoría - y especialmente los más pobres - no estaban en condiciones de asumir. Pero no tuvieron opción. Ante el cierre de las escuelas sobrevino el confinamiento y surgió como solución provisional y de emergencia la propuesta de educación virtual a distancia afincada en el hogar. Se pensó que el confinamiento duraría poco tiempo y se asumió que la conectividad estaría en gran medida asegurada. Ambas presunciones resultaron falsas: el confinamiento se prolongó por más de un año (América Latina fue la región con el confinamiento más largo) y el acceso a internet resultó muy por debajo de lo esperado y casi inexistente en las zonas rurales de muchos países.

Foto Ecuador, La Hora
La necesidad urgente de alfabetización digital y de capacitación del profesorado en enseñanza virtual fue asumida en la mayoría, si no en la totalidad, de los países. No así la necesidad de hacer lo propio con padres y madres de familia que estarían acompañando y ayudando a sus hijos en casa. Muchos de esos padres y madres son personas analfabetas o que han cursado unos pocos años de escolaridad, y que no tienen ni los conocimentos ni las habilidads requeridas para asumir esa tarea.

La visión estrecha de educación de adultos, y la dificultad para asumir una problemática nueva, impensada y masiva que afectaba de manera directa a las familias convocadas como aliadas de la escuela en una situación crítica y de emergencia, quedaron expuestas al rojo vivo durante esta pandemia.

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