Rosa María Torres
Foto: Rosa María Torres |
Esta es una imagen conocida del sistema escolar finlandés: los zapatos afuera y los niños - y profesores - adentro, en calcetines (medias). Fue un placer verlo en mi visita de estudio en Finlandia.
He visitado escuelas en países en los que dejar los zapatos a la entrada también es parte de la cultura (Japón, Bangladesh, China), pero ésta es la primera vez que tuve oportunidad de verlo en detalle y conversar al respecto con alumnos y profesores.
Entrada a la escuela Lo primero que hacen los alumnos al llegar es sacarse los zapatos. Percheros para los abrigos y estanterías para los zapatos - a la entrada de la escuela y de cada aula - son parte del paisaje escolar, y ocupan bastante espacio, por cierto.
Dentro de la escuela Los alumnos están sin zapatos en el aula de clase y, por lo que ví, se desplazan sin zapatos dentro de la escuela: en los corredores, en la biblioteca, en el comedor, etc.
Recreo Los recreos son largos aquí, como se sabe. Se estimula a los alumnos a salir afuera, a jugar en el jardín o en el patio, lo cual implica un operativo mayor desde el punto de vista del calzado: en dos escuelas pude observar el trajín que implica calzarse y descalzarse al inicio y al fin del recreo, y el trabajo del personal encargado de supervisar el operativo. Yo estuve en otoño; pude imaginar lo que será todo esto en época de invierno, nieve incluida.
Salida de la escuela La rutina de calzarse se repite al salir. Dado que los horarios de entrada y salida pueden y suelen variar de acuerdo a la edad de los alumnos, esto implica vigilancia también en distintos horarios. No obstante, en general, los alumnos se mueven de manera autónoma, como en todo lo demás.
Visitantes Nadie me pidió que me descalzara al entrar. Al verme extraña y dubitativa, un par de alumnos se me acercó y me indicó que, si deseaba, podía colocarme las 'pantuflas' azules, desechables, apiladas en la esquina. Lo hice. Adentro, encontré que varios profesores las usaban.
El espectáculo invita a fotografiar. Campea el desorden: zapatos, mochilas, abrigos, desparramados. Alegra y llena la vista un mar de calcetines de colores y diseños vistosos que caminan, saltan y se sientan por todo lado, a ras del suelo, en sillas y mesas, en gradas y ventanas.
No se trata de una 'innovación escolar', como algún despistado podría creer. Los zapatos no entran a las escuelas porque tampoco entran a las casas; dejar los zapatos afuera es parte de la cultura finlandesa. La escuela es, en este sentido, una continuidad del hogar. Higiene, por un lado; confort, por otro. Y la exigencia constante, obviamente, de mantener el piso limpio.
Qué pasaría si en la escuela te pidieran usar zapatos, le pregunté a una niña.
- "No sería posible", me contestó. No concibe la posibilidad.
Sabes que en otros países los niños usan zapatos en la escuela, le pregunté a continuación.
- "Aggg, qué sucio", fue su comentario.
- "Tal vez tienen los calcetines rotos", agregó un niño, provocando sonoras carcajadas de los demás.
Lo cierto es que la ausencia de zapatos es parte del buen clima de aprendizaje en las escuelas y aulas finlandesas. Mientras millones de niños y niñas pobres en el mundo llegan descalzos a la escuela, o se les impide el acceso porque la burocracia considera que los zapatos son objeto imprescindible para escolarizarse, los niños finlandeses se deshacen de ellos para poder entrar, para sentirse cómodos y aprender mejor.
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